Preguntas leccion 8

LECCION 8
1-   Reflexione acerca de la categorización del “tercer grupo” del fruto como aspecto del “interior” del hombre. ¿Puede haber alguna otra manera de enfocar estas tres características? Escriba algunas ideas acerca de cómo podemos expresar estas cualidades en los siguientes contextos:
·        con nuestros amigos
·        con nuestras familias
·        con nuestra iglesia
·        en nuestro trabajo
·        en nuestra comunidad.
Definitivamente el agrupar estos y todas las manifestaciones del fruto es cuestión de estudio y de lógica humana, porque Dios si lo hubiera querido igual los hubiera agrupado. Pero de igual manera es acertado ver a la fe, mansedumbre y templanza como algo más intimo del hombre.
El fruto del Espíritu Santo es un beneficio del hombre, pero igual son para gloria de Jesucristo. Dios quiere que tengamos claras las prioridades en nuestra vida, donde Dios es primero, segundo los demás y en tercer lugar nosotros.

2-   Evalúe lo que el texto afirma acerca de la paciencia. Reflexione acerca de tres o cuatro situaciones que ponen a prueba esta cualidad en su propia vida, y/o más bien universalmente en la experiencia de muchos. Escriba por lo menos tres lecciones o principios prácticos acerca de esta manifestación del fruto del Espíritu que puedan ayudar en dichas situaciones y contextos.
Paciencia o longanimidad viene de un vocablo griego que habla de la inmutabilidad de una persona ante la provocación.
Esto incluye soportar pacientemente el maltrato sin enojos y sin alimentar propósitos de revanchas o venganzas.

Es la paciencia personificada, es la paciencia del amor. Si nos mostramos irritables, vengativos, resentidos y maléficos con nuestros vecinos, no somos pacientes, no mostramos rasgo alguno de longanimidad. Y cuando existe esa condición, el Espíritu Santo no controla nuestras vidas.

La paciencia es el resplandor trascendente de un amante y tierno corazón que, en su trato con quienes lo rodean, se comporta con ellos en forma bondadosa y cortés. La paciencia juzga las faltas de los demás con bondad, compasivamente, sin injustas o acerbas críticas.

La paciencia incluye la perseverancia, la capacidad de sostener a pie firme bajo la carga del agotamiento, de la tensión y de la persecución, mientras se ocupa el cristiano en la obra del Señor.
La paciencia es parte del autentico cristiano, algo que siempre admiramos en los demás, pero a la cual somos poco dados.

La paciencia en nuestras vidas surge de Dios y se manifiesta según la disposición de practicarla.

“Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia”.
Santiago 1: 2-3

La erosión interior del corazón nos deja vulnerables a los arteros y a menudo disfrazados ataques de Satanás. Pero quienes aprendieron a elevar una instantánea oración al Espíritu Santo al primer signo de la tentación, no tienen razón alguna para temer dicha erosión.

Para que el Fruto del Espíritu Santo se manifieste en nuestras vidas, Dios permite que enfrentemos el castigo y la disciplina y suframos la aflicción y la persecución.

Cuando esperamos en el Señor, pareciera que Dios tarda mucho para ayudarnos, pero nunca llega demasiado tarde.

Pablo escribió:
“Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria”.
2Corintios 4:17.

Jesús dijo a sus discípulos:
“Con vuestra paciencia ganareis vuestras almas”
Lucas 21: 19.

Pero cuando hablamos de paciencia tenemos que cuidarnos de una cosa. A veces la usamos como una excusa para dejar de actuar cuando somos  llamados a hacerlo. Hay ocasiones en las cuales disfrutamos una especie de autoflagelación neurótica porque no queremos enfrentarnos a la verdad y erróneamente llamamos a eso paciencia.

Pero Jesús vigorosamente “echo fuera a todos los que vendían y compraban en el templo, y volcó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas”. Mateo 21:12.

Además, fustigó furiosamente a los escribas y a los fariseos”. Mateo 21: 13 y siguientes.

El cristiano lleno del Espíritu Santo sabe muy bien cuando revelar una “justa indignación” y cuando ser paciente; también sabe cuando la paciencia es una excusa a la inacción o una muleta para esconder un defecto de carácter.

3-   Evalúe lo que se enseña de la benignidad. Piense en algunos contextos o situaciones actuales en las cuales esta característica debe ser más evidente. Escriba por lo menso tres lecciones o principios prácticos acerca de  esta faceta del fruto del Espíritu. Además, escriba dos o tres ideas acerca de cómo promover en el hogar, la iglesia y en el trabajo esta disposición y las acciones correspondientes a ella.
El término proviene del griego, idioma en el que significa la amabilidad que inunda y penetra la naturaleza entera. La amabilidad lava y quita todo lo que es duro y austero. La afabilidad es el amor sufrido y constante.
Jesús era una persona amable. Cuando Jesús llegó al mundo había escasas instrucciones de misericordia. Muy pocos hospitales y establecimientos para enfermos mentales, poquísimos albergues para los pobres y huérfanos y casi ningún asilo para los desamparados. En comparación con la época que nos toca vivir, aquel era un mundo cruel. Cristo cambió todo eso. Doquiera ha ido el autentico cristianismo, sus seguidores han realizado actos de benignidad y amabilidad.
La palabra benignidad se repite poquísimas veces en nuestra Biblia en castellano. Se la menciona en relación con las tres personas de la Trinidad. En el Salmo 18:35 es la benignidad de Dios; en 2Corintios 10:1 (Biblia de Jerusalén) es la benignidad de Cristo y en Gálatas 5:22, la benignidad del Espíritu Santo.
¡Qué fácil nos queda ser duros e indolentes con el que ha fracasado en la vida!
Las únicas personas a quienes Jesús trató con dureza fueron los hipócritas dirigentes religiosos, pero a todos los demás los trató con maravillosa amabilidad.
Muchos pecadores a punto de arrepentirse, se han desilusionado por un farisaico, frio y rígido cristianismo que se aferra a un código religioso legalista, desprovisto de compasión.

En cambio Jesús trató a todo el mundo con ternura, afabilidad y bondad. Hasta los niños captaron su benignidad y se acercaron ansiosos a él, sin temor alguno.

Pablo le dijo a su joven amigo Timoteo: “El siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos”.
2Timoteo 2:24
Dijo Santiago: “La sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacifica, amable, benigna”.
Santiago 3:17

Algunos sostienen que la benignidad es señal de debilidad, ¡pero los que eso afirman están totalmente equivocados!  Es increíble que en una época de tantos avances, nos cueste tanto tener manifestaciones de ternura con quienes nos rodean.
En esta época es imperiosa la necesidad de predicar, pero si esto se hace sin ternura y benignidad los resultados serán muy pobres.
El corazón benigno es el corazón partido, el corazón que llora por el pecado de los malos tanto como por el sacrificio de los bueno.

4-   Reflexione acerca de la bondad como fruto del Espíritu. Piense en algunas personas conocidas que expresan esta cualidad espiritual en sus vidas y trato con otros. Escriba por lo menos tres lecciones o principios prácticos acerca de esta expresión del fruto del Espíritu.
La palabra bondad proviene del vocablo griego que traduce la cualidad de una persona regida por lo que es bueno y cuya meta en la vida es el bien, es decir todo aquello que representa la más elevada moral y los más elevados valores éticos.
La palabra “bueno” en lenguaje escritural significa literalmente “ser como Dios”, porque solamente Él es perfectamente bueno.

Sin embargo una cosa es poseer un elevado nivel ético y otra muy distinta es que el Espíritu Santo produzca la bondad que hunde sus raíces en la Deidad.
Aquí el significado va más allá de un simple “hacer el bien”. La bondad cala más hondo. Bondad es amor en acción. Conlleva no solamente la idea de justicia atribuida, sino una justicia demostrada en el diario vivir según los dictados del Espíritu Santo.
Es el bien hacer de un buen corazón, para agradar a Dios, sin esperar medallas ni recompensas.
Cristo quiere que este tipo de bondad sea el sello distintivo de la vida de todo cristiano. El hombre no hallará jamás un sustituto para la bondad y ningún artista puede imitarlo, ni siquiera con mágicos retoques.

Como cristianos no tenemos otra alternativa que marchar al ritmo que marca el Espíritu Santo, siguiendo los mesurados pasos de la bondad, que agrada a Dios.

Podemos hacer buenas obras y al practicar los principios de bondad, testificamos a quienes nos rodean que tenemos algo “diferente” en nuestras vidas, tal vez algo que ellos mismos quisieran tener. Y hasta es posible que podamos mostrar a los demás cómo poner en práctica los principios de bondad en sus propias vidas. Pero la Biblia dice: “la piedad vuestra es como nube de mañana, y como el rocío de la madrugada, que se desvanece”.
Oseas 6:4.
La verdadera y autentica bondad es un “fruto del Espíritu”, y nuestros intentos de lograrla por nuestros propios medios y esfuerzos terminarán en el más rotundo fracaso.
Debemos cuidarnos de que todo sigo de bondad que el mundo vea en nosotros sea un genuino fruto del Espíritu y no un subtitulo fraudulento, no vaya a ser que involuntariamente y sin quererlo seamos el medio de que alguno se descarríe.

Sin descuidarnos un minuto debemos tener siempre clara conciencia de que Satanás puede tomar todo esfuerzo humano y torcerlo de tal manera que sirva a sus propósitos. Pero tampoco debemos olvidar que Satanás no puede tocar al espíritu que está cubierto por la sangre de Cristo y profundamente enraizado en el Espíritu Santo. Solamente el Espíritu puede producir la bondad que no fluctúa ante ningún embate.
La bondad nunca está sola, al menos en lo que se refiere a los aspectos exteriores del fruto del Espíritu Santo y se acompaña siempre de la paciencia y la benignidad. Las tres marchan tomadas de la mano y se manifestaron hermosamente en la vida de aquel que es el perfecto prototipo de lo que cada uno de nosotros debiera ser. Por el poder del Espíritu Santo estos rasgos del carácter conforman parte de nuestras vidas para que recordemos a los demás de la persona de Jesús.

5-   Reflexione acerca de la perspectiva de la fe como fruto del Espíritu. Escriba los nombres de personas que vengan a la mente que son conocidas por esta cualidad y las maneras específicas en que la demuestran. Entonces, escriba algunas ideas acerca de cómo hacer crecer esta faceta del fruto del Espíritu en su iglesia.
La Fe como Fruto del Espíritu Santo
Esta fe como fruto del Espíritu Santo, no es la fe ejercitada por el cristiano, sino más bien lealtad o fidelidad, producida por el Espíritu Santo en la vida de un cristiano entregado a Cristo en alma y cuerpo.
En diferentes versiones de la Biblia la palabra “fe”, se repite como fieles, honrados y fidelidad. Este rasgo del carácter es objeto de notorias adulaciones en la Biblia.
La Fidelidad en las pequeñas cosas es una de las más seguras pruebas del carácter, tal como lo indicó nuestro Señor en la parábola de los talentos: “Sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré”. (Mateo 25:21)
Cuando hablamos de moralidad no nos referimos a la magnitud sino más bien a la cualidad. Lo correcto es correcto y lo incorrecto es incorrecto, tanto en las cosas pequeñas como en las grandes.
Pedro señala el contraste existente entre los que caminan fielmente con Dios y los que han caído nuevamente en la contaminación de este mundo.
“Porque mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la justicia, que después de haberlo conocido, volverse atrás del santo mandamiento que les fue dado. Pero les ha acontecido lo del verdadero proverbio: El perro vuelve a su vómito, y la puerca lavada a revolcarse en el cieno”.
2Pedro 2:21-22.
Muchos cristianos lamentarán un día el retraso o demora entre el momento en que Dios les mostro por primera vez el plan que tenia esbozados para ellos, y el momento en que entraron en acción.
Los antiguos Israelitas tardaron 40 años en hacer un recorrido que bien les pudiera haber tomado unos pocos meses. Su falta de fe y confianza hizo que toda una generación debiera morir en el desierto.
La falta de fidelidad es una clara muestra de inmadurez espiritual. Y una de las señales de la inmadurez emocional es el rechazo a aceptar responsabilidades.
Dios nos ha dado como cristianos maduros ciertas  responsabilidades. Cuando somos desobedientes y rehusamos aceptar estas responsabilidades, somos infieles. Y cuando las aceptamos somos fieles y esto es signo de madurez espiritual y es uno de los frutos más importantes que el Espíritu trae a nuestras vidas.
No hay duda que algunos de nosotros crecemos a un ritmo más lento de lo que deberíamos, simplemente porque no le permitimos al Espíritu Santo controlar todas las áreas de nuestra vida.
Nuestra fiel obediencia debía ser inmediata, permitiéndole a Dios Espíritu Santo, quitar todo mal hábito o todo proceso infeccioso en desarrollo. Es posible que nos tornemos impacientes cuando descubrimos que toma tanto tiempo llegar a ser como Dios, pero debiéramos ser pacientes y fieles, porque vale la pena. Igual nadie puede aspirar a la perfección total en esta vida.
El Espíritu Santo comenzará a ejecutar en nuestras vidas las profundas tareas planeadas por Dios, ¡Toda vez que tenemos dispuestos a decir “SI”, con toda la fidelidad, a su voluntad.
Las Sagradas Escrituras están llenas de historias de hombres como Abraham (Hechos 11:8-10), que fueron fieles en su caminar ante Dios. Todos los creyentes deberían estudiar integralmente el capitulo once de la Carta a los Hebreos pues menciona los nombres de hombres y mujeres a quienes Dios denomina fieles.
Resulta peligroso tentar a Dios, como lo hicieron hombres “infieles” en los días de Amós. A ellos declaró Dios: “He aquí vienen días… en los cuales enviaré hambre a la tierra, no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oír palabra de Jehová”.
Amós 8:11.

Más bien debiéramos prestar atención y hacer caso al consejo de Santiago: “Bienaventurado el varón que soporta la tentación, porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman”.
Santiago 1:12.
“Más el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siento oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace”.
Santiago 1:25.

Una y otra vez se no exhorta a ser fieles. Como ya vimos anteriormente, leemos en la Biblia sobre diversos juicios que sobrevendrán al final de esta era. Uno es el denominado “Tribunal de Cristo”.
Algún día todos los cristianos estaremos en la presencia de Jesucristo para rendir cuentas de las obras que hicimos desde el momento de nuestra conversión. Seremos juzgados, no sobre la base de nuestros éxitos a los ojos del mundo, sino sobre nuestro fidelidad en el sitio que nos asigno Dios.
Eso es lo que indica el Apóstol Pablo en 1Corintios 3:9-16: la fidelidad será la base sobre la cual Dios ejercerá su justicia.
A veces la mayor prueba de nuestra fidelidad es cuánto de nuestro tiempo dedicamos a leer las Sagradas Escrituras, orando y viviendo de acuerdo a los principios de la honradez y de la rectitud e integridad, cuando hemos sido bendecidos con prosperidad.
No por nada dijo Jesús que es difícil que un rico entre en el reino de Dios. Los ricos pueden ser salvados, pero la Biblia habla del “engaño de las riquezas” (Mateo 13:22).
Las cargas y ansiedades de este mundo interfieren en con nuestro fiel andar en los caminos de Dios. En medio de la prosperidad material debemos cuidarnos y precavernos no sea que caigamos en la misma trampa en que cayeron los laodicenses, que incurrieron en la ira y el disfavor de Dios al pensar que nada necesitaban pues eran materialmente ricos (Apocalipsis 3:17).
“Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron en fe, y y fueron traspasados de muchos dolores”
1Timoteo 6: 9, 10.
Si pudiéramos grabar un epitafio en la tumba del Apóstol Pablo, escribiríamos: “Fiel hasta la muerte”. Mientras esperaba la ejecución que pondría fin a su vida, Pablo pudo decir sin vacilación: “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día”.
2Timoteo 4: 7-9.
Cualesquiera que hayan sido los fracasos de Pablo y cuán lejos haya estado de alcanzar la perfección, sabia al menos que fue fiel a su Señor hasta el fin”.
Fe es fidelidad, fidelidad a nuestro testimonio, fidelidad a nuestra vocación y llamado y fidelidad a los mandamientos de Cristo. La recompensa final por la fidelidad será la que nos dice Apocalipsis 2:10: “Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida”.

6-   Reflexione acerca de lo que el texto enseña acerca de la mansedumbre. ¿Qué concepto erróneo a veces se relaciona con el mismo? Describa algunas maneras en las cuales se puede demostrar esta cualidad en situaciones actuales.
La palabra mansedumbre viene de un vocablo griego que significa “humilde”; suavidad en el trato con los demás. Jesús dijo: “Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad”. Mateo 5:5.

En ninguna parte de la Biblia el vocablo conlleva la idea de timidez o carencia de espíritu. En los días Bíblicos la mansedumbre y la humildad significaron mucho más de lo que significan hoy en día. Significaba ser domados, como se doma un potro salvaje. Antes de ser dominado por el Espíritu Santo, Pedro fue un personaje tosco, pero súbitamente usó toda su energía para la gloria de Dios. A Moisés se lo calificó como el más manso de todos los hombres de la tierra, pero antes de ser llamado por Dios fue un hombre bravío que tuvo que vivir 40 años en el desierto antes de ser totalmente controlado por Dios.

Un rio bajo control puede utilizarse para generar energía eléctrica. El fuego controlado sirve para brindar calor a una casa. La mansedumbre es poder, fuerza, espíritu y rudeza bajo control.

En otro sentido la mansedumbre puede ser comparada con la “modestia en cuanto es lo opuesto al espíritu extravagante y desenfrenado. Manifiesta una seria preocupación por quienes lo rodean y se cuida bien de no ser insensible a los derechos de los demás.

La mansedumbre posee una serena fuerza que confunde a los que piensan que es debilidad. Esto lo vemos en la respuesta de Jesús luego de su arresto, a lo largo de juicio al que fue sometido, la tortura y la crucifixión que tuvo que soportar y el dolor físico y emocional infligido por quienes lo arrestaron y los gritos insultantes y vociferantes de los espectadores.
“Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció y no abrió su boca”. Isaías 53:7.
A la mansedumbre se la define como el amor sometido a la disciplina.
Charles Allen dice: “Dios nunca espera de nosotros que seamos menos de lo que somos… el autorrebajamiento es un insulto al Dios que nos hizo. La mansedumbre viene de otra manera… El orgullo viene por mirarnos solamente a nosotros mismos, la mansedumbre viene de mirar a Dios”.

Todo crecimiento cristiano, incluso la mansedumbre, se desarrolla en la pesada atmosfera de la hostilidad. Esta clase de estabilidad espiritual y serena fuerza interior, a resultado de las obras de crecimiento efectuadas en nosotros por el Espíritu Santo, no se logra de ninguna manera en un campo de juegos, sino en el campo de la batalla espiritual.

Mansedumbre es permitirle a cualquiera llegar a nosotros; estamos en paz y satisfechos con nuestro poder, de modo que no hay lugar para la arrogancia, que tanto daño hace a los demás.

Es por el “permanecer en la vid” que el Espíritu Santo puede llenar cada área de nuestra vida y es así que vemos que en nosotros hay oraciones que prevalecen, predicaciones poderosas, amor contagioso, gozo abundante y paz que sobrepasa todo entendimiento. Ninguna fruto dará fruto si no es así.

Es la adoración que es quietud para conocer por uno mismo a Dios. Es la obediencia que cumple el mandato del Señor en la luz de la Palabra. Es la fecundidad que surge espontáneamente de tanto permanecer en la vid.

La mansedumbre y humildad de Dios, en nosotros, permite que el Espíritu Santo obre en nuestros duros corazones, transformándolos en instrumentos de bien e instrumentos para Dios.

Jesús nos pide que seamos: “mansos y humildes de corazón”. Mateo 11:29.

Existen tres formas de obrar para favorecer que la mansedumbre penetre en cada uno de nuestros poros:

1.   Primero, no debemos reaccionar violentamente cuando nos enfadamos, como hizo Pedro cuando le cortó la oreja a uno de los siervos del sumo sacerdote que participaba en el arresto de Jesús en el huerto y que le mereció una fuerte reprimenda del Señor. Juan 18:10; Mateo 26: 51, 52.


2.   Segundo, no ansiamos una posición de preeminencia, como lo ansiaba Diótrefes (3Juan 9). Mas bien, debemos desear que en todas las cosas sea Jesucristo quien tenga la preeminencia. (Colosenses 1:18)
3.   Tercero, no buscamos se nos reconozcan meritos, o se nos tenga por voz autorizada, como lo buscan Janes y Jambres 2Timoteo 3:8). Estos magos de Egipto resistieron la autoridad de Dios, al resistir a Moisés y se opusieron a él inmediatamente antes de iniciar el éxodo. “No tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de si con cordura… Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros” Romanos 12:3, 10)
La entronización de Jesucristo en nuestras vidas posibilita que la mansedumbre entre a formar parte de nuestras virtudes. La mansedumbre puede ser el signo más tangible de grandeza que podemos tener. Tal vez ninguno de nosotros sea respetado como voces autorizadas; tal vez nunca ganemos el aplauso del mundo. Tal vez nunca gobernemos ni lleguemos a sujetar el bastón de mando. Pero un día los mansos heredaran la tierra pues nadie podrá arrebatarnos nuestra legitima parte de delicioso legado que Dios nos otorga.

7-   ¿Cómo se enfoca la templanza como fruto del Espíritu? Escriba por lo menos tres principios o lecciones prácticas referentes al mismo.
La Templanza “dominio propio”, viene de un vocablo griego que significa tener fuerza, dominio propio y capacidad para controlar los pensamientos y para controlar las acciones.
La desenfreno e inmoderación, han sido la causa de la caída de grandes reyes y magnates industriales.
Hay hombres que pueden comandar ejércitos, pero no se pueden comandar a sí mismos.
Hay hombres elocuentes que con sus palabras son capaces de influir en el ánimo de grandes multitudes, pero son incapaces de guardar silencio ante la provocación o una ofensa cualquiera.
La más elevada marca de nobleza es el autocontrol.
Los exesos de apetitos no controlados producen grandes daños en nuestros corazones. El pecado de la intemperancia, la carencia de autocontrol, surge de dos causas:
La primera el apetito físico.
La segunda el habito mental.
Cuando pensamos en templanza y sobriedad lo asimilamos con el alcohol, pero silenciosamente apoyamos la glotonería, la falta de bondad, la chismografía, el orgullo y la envía; que suelen ser tan destructivas o más que el alcoholismo.
Las Sagradas Escrituras dicen:
“Los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu”.
Romanos 8:5.
La templanza, el autocontrol, como fruto del Espíritu, es el ejercicio normal de la vida del cristiano.
Templanza significa comer de manera moderada. La templanza con respecto al alcohol es la sobriedad. Templanza es los aspectos sexuales es la abstinencia para los que no están casados. Y aun para los que están casados hay ocasiones de practicar templanza por acuerdo mutuo para entregarnos al estudio de la palabra de Dios.
Sé que estas palabras suenan a locura, para muchos, porque muchas cosas del mundo se nos han filtrado y entre esas esta la “libertad” sexual. Pareciera aparentemente normal practicar el sexo entre novios y conocidos, así como parece difícil y casi inconcebible abstenerse por tiempo prolongado del sexo. Pero lo cierto es que en la Biblia no vamos a encontrar palabra alguna que avale este descontrol. Y así como las riquezas del mundo no son las riquezas de Dios, tampoco las delicias del mundo son las delicias de Dios. Aun asi Dios sabe de nuestras luchas internas en medio de las debilidades y si entregamos cada una de ellas a Dios para que nos ayude, sin lugar a duda la templanza nos será otorgada por intermedio del Espíritu Santo.

La templanza respecto a nuestro humor o talante, es el autocontrol. La Templanza en materia de vestir es una apropiada modestia. La Templanza en la derrota es esperanza. La templanza en relación con los placeres pecaminosos es completa abstinencia.

Salomón escribió: “Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte; y el que se enseñorea de su espíritu, que el que toma la ciudad”.
Proverbios 16:32.

La vida cristiana es como una disciplina para la cual debemos entrenar a diario y cuya recompensa no es una corona corruptible, sino una incorruptible. (1Corintios 9:25-27).

En la lista que hace Pedro de las virtudes cristianas, dice: “Añadid… al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia” (2Pedro 1:5,6) Estas cosas van juntas. Imposible dudar que cuando permitimos que nos gobiernen las pasiones, el resultado final es peor de lo que podemos imaginar durante el momento en que nos damos el placer.

Algunos cristianos tienen una conciencia muy elástica cuando se trata de juzgar las flaquezas de los demás. Solemos ser muy duros en criticar a otros, pero a la hora de mirar las propias flaquezas pareciera que la medida no es igual.

No tenemos autoridad de condenar el adulterio, cuando nos abandonamos a la glotonería. Estamos igualmente atados, sin importar si los eslabones de la cadena son de soga o de acero.
La necesidad de la templanza en todos los aspectos de la vida jamás fue mayor que en el día de hoy. Resulta imperativo que los cristianos den ejemplo, en una época como en la que vivimos de egoísmos, de apatía y de vivir indisciplinado.
Debemos tener claridad que si nosotros no somos el ejemplo, ¿qué puede esperar el mundo?





8-   Reflexione acerca de las últimas sugerencias ofrecidas por Billy Graham con referencia al crecimiento del fruto del Espíritu en nuestras vidas. Escriba cualesquier otras sugerencias al respecto que concuerden con la enseñanza de las Escrituras.
El Espíritu Santo habita en el corazón de todo cristiano y tiene el propósito de producir en nosotros el fruto del Espíritu. No dejamos de gozar del Espíritu Santo por vivir rodeados de la corrupción del mundo, dejamos de gozar del Espíritu cuando la corrupción está dentro de nosotros.
Y asi como una simple maquina necesita de mantenimiento, de igual manera tenemos que eliminar de nosotros las obras de la carne de nuestra vida interior, para que los desechos no disminuyan la efectividad de nuestras realizaciones espirituales.
Cuando rendimos todas las áreas de nuestra vida al Espíritu Santo permitimos que se potencie en nuestras vidas y eso se manifiesta. Debemos permitirle que nos ilumine y revele nuestros pecados permanentemente y las cualidades negativas que obstaculizan nuestro crecimiento y fertilidad.

Cuando permitimos que nuestra vieja personalidad sea crucificada con Cristo, podemos levantarnos para desplegar el maravilloso fruto, característico de la vida de Jesucristo.

Solamente el Espíritu Santo puede hacer que vivamos según los dictados de Cristo que vive en nosotros. El tipo de persona que Cristo quiere que seamos, jamás lo lograremos por esfuerzo humano. Pero cuando el Espíritu Santo nos llena, rinde su fruto en las personas que manifiestan un creciente parecido a Cristo, prototipo de lo que algún día llegaremos a ser.

9-   Escriba cada una de las ocho manifestaciones del avivamiento ofrecidas por Graham en sus propias palabras (en forma concisa, creativa y de preferencia una sola línea por cada uno.
Es casi obvio que en medio de una sociedad donde la crisis de los valores es evidente, se requiere de un avivamiento espiritual.
Es la única esperanza que resta para la supervivencia de la raza humana.
A pesar que hemos sido llamados a ser “la sal de la tierra” (Mateo 5:13), los cristianos nos vemos abrumados ante las circunstancias e insistimos en mantenernos silenciosos.
Los cristianos debemos ser también “la luz del mundo” (Mateo 5:14), iluminando la oscuridad provocada por el pecado y de un mundo que ha perdido el camino.
Somos llamados a ser “hijos de Dios, sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo” (Filipenses 2:15).
¿Por qué no somos “sal” y “luz” como debiéramos ser? ¿Por qué no hacemos más para llevar el reino de Dios a los corazones y a las vidas de toda la humanidad?
Hay muchos cristianos que cumplen su lavor, pero por cada uno de ellos, son mucho los cristianos que insiten en una vida derrotada y abatida.
Es por estos cristianos que hoy se necesita tanto, al interior de la iglesia el toque del Espíritu Santo, trayendo avivamiento o renovación a nuestras vidas.
A pesar de la obra de muchos cristianos, las fuerzas del mal parecieran juntarse para un colosal asalto contra la obra de Dios en el mundo. Satanás ha desatado su poder de una manera tal vez sin paralelo en la historia de la iglesia cristiana.
Si alguna vez tuvimos necesidad de una renovación, es ahora. Solo Dios puede desbaratar los planes de Satanás y sus legiones, porque solamente Dios es todopoderoso.
Solamente el Espíritu Santo puede provocar un verdadero despertar espiritual que ponga final al avance del mal y produzca un cambio de rumbo en la humanidad.

Nuestro mundo tiene que ser alcanzado por cristianos que estén llenos del Espíritu Santo y cuenten con el poder del Espíritu. ¿Asi somos? ¿O tenemos necesidad de ser nuevamente tocados por el Espíritu Santo? ¿Necesitamos que el Espíritu Santo provoque una genuina renovación espiritual en nuestras vidas?
De ser así, debemos saber que el Espíritu Santo quiere producir en nosotros, ahora mismo dicha renovación.

Ahora es el momento, no debemos demorarnos. Nos juega en contra que cuando somos jóvenes, nos creemos dueños del mundo y pensamos en el tiempo como algo que no nos puede tocar. Con el pasar de los años y siendo ya adultos, nos percatamos de lo rápido que se nos va la vida.

No importando nuestra edad, todos los cristianos deberíamos saber que como no conocemos la fecha, debemos estar preparados día a día y si es hora de tomar acciones es definitivamente AHORA.

Pablo decía: “Es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos. La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas y vistámonos las armas de la luz”. Romanos 13: 11-12.

No veamos pasar las oportunidades sin tomarlas, no nos quedemos en la comodidad de un ineficaz testimonio, no esperemos a llorar por lo que no hicimos para Dios.

Si alguna vez hemos de estudiar las Sagradas Escrituras, si alguna vez hemos de dedicar tiempo a la oración, si alguna vez hemos de ganar almas para Cristo, si alguna vez hemos de invertir nuestros recursos financieros en el reino, es AHORA.

“La noche viene cuando nadie puede trabajar” (Juan 9:4)

“Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán! Pero nosotros esperamos, según las promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia. Por lo cual, oh amados, estando en espera de estas cosas, procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz” (2Pedro 3: 11-14).

Este avivamiento del Espíritu Santo tendría por lo menos ocho características:

1.   Habrá una nueva visión de la majestad de Dios. Debemos entender que el Señor no es solamente tierno, misericordioso y lleno de compasión, sino también el Dios de justicia, de santidad y de ira. Muchos cristianos tienen una caricatura de Dios. No ven a Dios en toda su santidad. Muy fácilmente citamos Juan 3:16, pero nos olvidamos de citar dos versículos más adelante, “el que no cree, ya ha sido condenado” Juan 3:18. La compasión no es completa en sí misma, sino que debe acompañarse de una inflexible justicia e ira contra el pecado y un vehemente anhelo de santidad. Lo que más preocupa a Dios no es tanto el sufrimiento físico, sino el pecado. Con demasiada frecuencia tememos más al dolor físico que al mal moral. La cruz es inequívoca evidencia del hecho de que la santidad es un principio por el cual Dios daría la vida. Dios no puede justificar al culpable a menos de haber expiación. Misericordia es lo que necesitamos y eso es lo que recibimos al pie de la cruz.

2.   Habrá una nueva visión de la pecaminosidad del pecado. Isaías vio una visión del Señor sentado sobre un trono alto y sublime, con sus faldas que llenaban el templo y vio a serafines que se inclinaban reverentes mientras exclamaban “Santo, santo, santo Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria” (Isaías 6:3). Fue entonces que Isaías tuvo clara conciencia de su indignidad o desmerecimiento y su total dependencia de Dios. Cuando Simón Pedro, en el mar de Galilea, se dio cuenta que era el propio Señor que estaba con ellos en el bote, dijo: “Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador” (Lucas 5:8).
El saber que Jesús era Dios mismo, hizo ver a Pedro su propia pecaminosidad, su pecaminosidad humana. En la presencia de Dios, dijo Job: “Me aborrezco” (Job 42: 6).


3.   Habrá un marcado énfasis sobre la necesidad del arrepentimiento, de la fe y del nuevo nacimiento. Jesús vino predicando el arrepentimiento y afirmando que a menos que el hombre nazca de nuevo, de lo alto, no podrá ver el reino de Dios. Dijo que los pecadores aman la oscuridad y no quieren la luz, por temor a que sus hechos queden expuestos a los ojos de todos y sean condenados. Las personas cuyos corazones han sido cambiados, son nuevas criaturas. Acuden a la luz porque prefieren la verdad y aman a Dios. Si alguno está en Jesucristo, es una nueva criatura, pues las cosas viejas pasaron y todas son hechas nuevas.

4.   Se hará evidente el gozo de la Salvación. La oración elevada en el Salmo fue por un reavivamiento: “Para que tu pueblo se regocije en ti” (Salmo 85:6). David anhelaba restaurar el gozo de la salvación. El expreso propósito de Jesús para sus discípulos era de que “vuestro gozo sea cumplido” (Juan 15:11). Cuando Felipe fue a Samaria y encabezó el gran despertar espiritual, dice la Escritura que “había gran gozo en aquella ciudad” (Hechos 8:8). Además, Jesús nos dice que habrá gozo en el cielo, gozo en la presencia de los ángeles de Dios, porque un pecador se arrepiente (Lucas 15:7). De modo que una verdadera revitalización de la iglesia resultaría en la salvación de decenas de miles de pecadores y esto a su vez, traería aparejado gozo en el cielo y también aquí en la tierra.

Si no hubiera ni cielo ni infierno, aun yo querria ser cristiano debido a lo que hace por nuestros hogares y por nuestras familias en esta vida.

5.   Habrá una nueva comprensión de nuestra responsabilidad por la evangelización del mundo. Juan el Bautista señaló a sus oyentes el “Cordero de Dios” y dos de sus discípulos siguieron a Jesús de ahí en adelante (Juan 1:36-37). Andrés primero halló a su hermano Pedro y le dijo que habían encontrado a Cristo. Cuando Felipe empezó a seguir a Jesús le habló a Natanael (Juan 1:40-45). Los apóstoles tenían que ser testigos en cualquier parte y en todas partes, hasta lo último de la tierra. (Hechos 8:4). Una de las primeras y mejores evidencias de ser verdaderos creyentes, es la preocupación que sentimos por los demás.

6.   Habrá una honda preocupación social. En Mateo 22: 27-39 leemos que dijo Jesús: “Amaras al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente…Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Nuestra fe no es solamente una fe vertical sino también horizontal. Nos interesamos vivamente por los sufrimientos de quienes nos rodean y también por los que están lejos de nosotros. Pero dejemos bien en claro que para un mundo que quiere salvarse de las consecuencias de sus propios pecados y locuras, un cristiano despertado y reavivado puede tener un solo mensaje:
“Arrepentimiento”. Muchísima gente hoy en día quiere tener un mundo fraterno en el cual puedan vivir sin compromisos fraternales; un mundo decente en el cual puedan vivir indecentemente. Infinidad de personas aspiran a una seguridad económica sin seguridad espiritual. La revitalización a la que aspiramos debe ajustarse obligadamente a los preceptos bíblicos. Si la revitalización ha de ser cristiana, tiene que girar alrededor de la Biblia.
De ser así, sus dirigentes deben tener el coraje de Amós para condenar a quienes compran “los pobres por dinero y los necesitados por un par de zapatos”. Amos 8:6)
Tenemos que levantar bien en alto las enseñanzas morales, éticas y sociales de Jesús, aceptando que él ofrece las únicas normas validas para templar el carácter personal y nacional. El Sermón del Monte es para hoy y para todos los días. No podemos construir una nueva civilización sobre los caóticos cimientos del odio y la amargura.

7.   Habrá incrementadas evidencias de dones como de frutos del Espíritu Santo. La renovación la efectúa el Espíritu Santo y cuando llegue en todo su poder y se pose sobre la iglesia, habrá clara evidencia de los dones y fruto del Espíritu Santo. Los creyentes aprenderán entonces que significa ministrarse los unos a los otros y edificarse mutuamente por medio de los dones que otorga el Espíritu Santo. Recibirán una nueva medida de amor mutuo y de amor por el mundo perdido y moribundo. Nadie podrá decir que la iglesia es impotente y que guara silencio. Nuestras vidas dejarán de ser ordinarias, vidas que no se diferencian de las del resto del mundo. Nuestras vidas estarán signadas por los dones que solamente puede brindar el Espíritu Santo. Nuestras vidas estarán marcadas por el fruto que solamente Él puede ofrecer.

8.   Habrá una renovada subordinación al Espíritu Santo. Se vislumbran indicios y evidencias de que esto ya ocurre en muchas partes del mundo. No hay revitalización espiritual sin el Espíritu Santo. Es el Espíritu Santo el que censura, convence de culpa, porfía, instruye, invita, vivifica, regenera, renueva, fortalece y utiliza. No debe ser contristado, resistido, tentado, sofocado, insultado o blasfemado. Da libertad a los cristianos, directivas a los obreros, discernimiento a los maestros, poder a la Palabra y fruto al servicio fiel. Revela las cosas de Cristo. Nos enseña a emplear la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios. Nos guía en toda verdad. Nos dirige por el camino de la piedad. Nos enseña cómo debemos responder a los enemigos de nuestro Señor. También nos permite el acceso al Padre. Nos ayuda en nuestra vida de oración.

Hay ciertas cosas que el dinero no puede compra; que ninguna música puede brindar; que ninguna posición social puede otorgar; que ninguna influencia personal puede asegurar y que ninguna elocuencia puede imponer. Ningún ministro de Dios por brillante que sea y ningún evangelista, no importa cuanta sea su elocuencia o su poder de convencimiento, pueden producir el avivamiento que necesitamos. Solamente el Espíritu Santo lo puede hacer. Dijo Zacarías: “No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos”.
Zacarías 4:6.
1-   Nueva visión de la Majestad de Dios.
Lo veremos como en verdad es, amoroso pero radical.
2-   Veremos el pecado en su real magnitud.
Al mirar la cruz podemos ver lo tenebroso y horrible del pecado.
3-   Necesidad de arrepentimiento, de la fe y del nuevo nacimiento.
Necesitaremos de la luz, porque las tinieblas nos ahogan.
4-   Evidente gozo de la salvación.
Se manifestara gozo en cielo y tierra, por la salvación de muchos.
5-   Entenderemos nuestra responsabilidad por la evangelización.
Seremos testigos fieles en todas partes, motivados por una autentica preocupación por los demás.
6-   Honda preocupación Social.
Percibiremos más el dolor de quienes nos rodean. Sin arrepentimiento no hay crecimiento espiritual.
7-   Mayor evidencia de dones y frutos del Espíritu Santo.
El Espíritu Santo se manifestará en gran manera con sus siervos fieles, para la gloria de Cristo.
8-   Renovada subordinación al Espíritu Santo.
Veremos con claridad que solo por el Espíritu Santo podemos ser fuente de avivamiento para otros.


10-   Reflexione acerca de los tres pasos hacia el avivamiento, que en este libro se sugieren. Escriba algunas ideas prácticas de cómo convertir estos principios en realidad en las siguientes áreas:
·        Vida personal
·        hogar
·        trabajo
·        iglesia
·        comunidad.





Los pasos a dar para un avivamiento según la Biblia son tres:
a-  El primer paso es admitir nuestra pobreza espiritual.
“Tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo”.
Apocalipsis 3:17.
¿Hay pecados que obstaculizan e impiden la obra del Espíritu Santo a través de nosotros?
Es insensato que cualquier cristiano llegue al punto de creerse en la cima de su espiritualidad. Mientras seamos humano, estaremos siempre en proceso. Debemos examinarnos a la luz de la Palabra de Dios y orar pidiéndole al Señor, que el Espíritu Santo nos revele cada uno de los pecados que nos estorban. Puede ser que algunas cosas que hacemos están mal, tal como una costumbre, una relación, un motivo o un pensamiento maligno. O pudiera se algo que estamos descuidando, una responsabilidad que desatendemos o eludimos, un acto de amor que no cumplimos. Cualquiera que fuere esta cosa, debemos enfrentarla honesta y humildemente ante Dios.

b-  El Segundo paso en la renovación espiritual es la confesión y el arrepentimiento.
Podemos saber que hemos pecado y sin embargo no tomar cartas en el asunto. Pero necesitamos poner ante Dios nuestro pecado y dejar de pecar. Volviéndonos a Dios en obediencia.

Una de las grandes promesas de la Biblia la tenemos en 1Juan 1:9. “Si confesamos nuestros pecados, el es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”. El profeta Isaías dijo: “Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano. Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová”
Isaías 55:6, 7)

No es un accidente que algunos de los grandes avivamientos en la historia comenzaron con oraciones.
¿Estamos orando pidiendo un avivamiento, tanto en nuestras vidas como en la vida de otros?
¿Confesamos nuestros pecados a Dios y buscamos su bendición en nuestra existencia?

c-  El tercer paso es una renovada entrega de parte nuestra para buscar hacer la voluntad de Dios.
Podemos tomar conciencia de nuestros pecados, hasta podemos orar y confesarlos y podemos arrepentirnos, pero la verdadera prueba es nuestra disposición a obedecer. No es un hecho accidental que los auténticos y verdaderos avivamientos se acompañan siempre de una nueva hambre de justicia o rectitud. Una vida tocada por el Espíritu Santo no tolera el pecado.

¿Qué es lo que impide hoy en nuestras vidas un avivamiento espiritual?
En última instancia, por supuesto, es el pecado. A veces duele agudamente enfrentar la verdad sobre nuestra falta de celo espiritual y dedicación.
Es increíble cómo le damos mayor relevancia a actividades superfluas que poco o nada nos dejan. Entre la televisión, la computadora, el internet y tantas otras cosas a las que dedicamos más tiempo del prudente y que espiritualmente no nos aportan nada.
Pero Dios quiere tocarnos y hacernos útiles siervos suyos. “Despojémonos de todo el peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe”.
Hebreos 12:1-2.

¿Estamos viviendo vidas cristianas tibias, ineficaces y carentes de amor a Cristo y a los demás?
De ser así permitamos que Dios el Espíritu Santo nos acerque a Dios en humildad, confesando nuestros pecados y buscando su rostro. Dejemos que Él nos toque al entregarnos plenamente a Él. La mayor necesidad del mundo el día de hoy, sin duda alguna, es contar con cristianos más entregados.
Nadie puede buscar sinceramente la purificación y bendición del Espíritu Santo y seguir igual.
Ninguna nación puede experimentar un avivamiento y seguir igual.
Pentecostés fue el día del poder del Espíritu Santo. Fue el día en que nació la iglesia cristiana. No esperamos que se repita la experiencia del Pentecostés, como tampoco esperamos que Cristo haya de morir nuevamente en la cruz. Pero si esperamos bendiciones pentecostales cuando nos acercamos a “los últimos días”. Como cristianos nos corresponde preparar el camino. Hemos de estar listos para que el Espíritu nos llene y nos utilice.

En ocasiones recuerdo lo que fui sin Cristo en mi vida y me doy cuenta del tiempo tan valioso que perdí, buscando lo que no se me había perdido. Perdida en medio de circunstancias que en lugar de darle un rumbo a mi vida, me hacían perderme aun más.
Hoy veo con dolor a mis seres amados, a quienes comparten su vida conmigo, insistir en cualquier actividad, menos en darle un pequeño lugar a Dios en sus vidas.
Me duele, porque es tiempo valioso, me duele porque son insuperables personas las cuales se están perdiendo de la bendición que significa dejar entrar a Cristo en sus vidas.
Muchos nos decimos cristianos, o decimos creer en Dios, pero nuestro compromiso con Dios no existe.
Yo le ruego a Dios por todos mis amados, para que tengan el tiempo para volver su rostro a Cristo. De hecho Él siempre está a la espera, pero también es un hecho que el tiempo tiene su límite y nosotros lo ignoramos.