Nunca es tarde para aprender, mientras
tengamos vida, podemos aprender así tengamos 20, 30 o muchos más. Aprender no
tiene edad, sino mentalidad. Debes estar dispuesto a aceptar que te equivocas,
cuando te equivocas y enmendar y corregir el camino.
No
hay nada más difícil que ser Cristiano en una época donde parece ser sinónimo
de trafuga, estafador, loco y aburrido, entre otros.
A
mis 46 años debo aceptar que me he equivocado demasiado, soy dura defendiendo
mis caprichos y me cuesta trabajo escuchar el consejo.
Yo
me creía buena por que amaba a mi familia y no dudaba a la hora de ayudar, pero
si le dedico un tiempo a echar memoria, me puedo dar cuenta que mi familia ha
sido mi respaldo y cómplice obligado de mis caprichos.
En
fin, creo que por fin aprendí a aceptar cuando me equivoco jejejeje y mira que
tarde, aunque gracias a Dios no es en verdad tarde. Me hubiera podido ahorrar
más de un dolor, pero en fin, esa soy yo: “dura de domar”.
Uno
de los errores en los que he caído es en el de depositar mi confianza en quien
no debía. Puedo decir que cientos de veces, confié en quien no estaba en
capacidad de hacerlo.
Y
es lo que me regala Dios en el día de hoy. “NUESTRO REFUGIO Y FORTALEZA”
“Algunos confían en carros, y otros en
caballos, mas nosotros en el nombre del SEÑOR nuestro Dios confiaremos.
Salmos 20:7
Aun desde los
grandes Reyes de Judá se equivocaron en depositar su confianza en grandes
potencias y no en el Señor. El profeta Isaías advirtió al rey Ezequías de Judá
y aunque era un buen rey, repitió el pecado de su padre Acaz buscando la
seguridad en una alianza con una potencia extranjera (2R. 16:7; Is. 36:6),
Cuando debía haber alentado a su pueblo a confiar en el Señor.
Después de
mucho equivocarse, finalmente Ezequías sí buscó ayuda del Señor (Is. 37:1-6,
14-20). Y Dios aniquiló de manera milagrosa a los asirios invasores (vv. 36-38)
Me consuela
saber que así como para Ezequías, Dios está hoy para mí y para todo aquel que
se decida a confiar en Él.
No
confiemos en una lotería o en un viaje, en un sueño de vivir en una gran
potencia. No creamos en una persona que muy seguramente por sus propios límites,
siempre nos fallará.