La Fe como fruto del Espíritu Santo.

La Fe como Fruto del Espíritu Santo

Esta fe como fruto del Espíritu Santo, no es la fe ejercitada por el cristiano, sino más bien lealtad o fidelidad, producida por el Espíritu Santo en la vida de un cristiano entregado a Cristo en alma y cuerpo.
En diferentes versiones de la Biblia la palabra “fe”, se repite como fieles, honrados y fidelidad. Este rasgo del carácter es objeto de notorias adulaciones en la Biblia.
La Fidelidad en las pequeñas cosas es una de las más seguras pruebas del carácter, tal como lo indicó nuestro Señor en la parábola de los talentos: “Sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré”. (Mateo 25:21)
Cuando hablamos de moralidad no nos referimos a la magnitud sino más bien a la cualidad. Lo correcto es correcto y lo incorrecto es incorrecto, tanto en las cosas pequeñas como en las grandes.
Pedro señala el contraste existente entre los que caminan fielmente con Dios y los que han caído nuevamente en la contaminación de este mundo.
“Porque mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la justicia, que después de haberlo conocido, volverse atrás del santo mandamiento que les fue dado. Pero les ha acontecido lo del verdadero proverbio: El perro vuelve a su vómito, y la puerca lavada a revolcarse en el cieno”.
2Pedro 2:21-22.
Muchos cristianos lamentarán un día el retraso o demora entre el momento en que Dios les mostro por primera vez el plan que tenia esbozados para ellos, y el momento en que entraron en acción.
Los antiguos Israelitas tardaron 40 años en hacer un recorrido que bien les pudiera haber tomado unos pocos meses. Su falta de fe y confianza hizo que toda una generación debiera morir en el desierto.
La falta de fidelidad es una clara muestra de inmadurez espiritual. Y una de las señales de la inmadurez emocional es el rechazo a aceptar responsabilidades.
Dios nos ha dado como cristianos maduros ciertas  responsabilidades. Cuando somos desobedientes y rehusamos aceptar estas responsabilidades, somos infieles. Y cuando las aceptamos somos fieles y esto es signo de madurez espiritual y es uno de los frutos más importantes que el Espíritu trae a nuestras vidas.
No hay duda que algunos de nosotros crecemos a un ritmo más lento de lo que deberíamos, simplemente porque no le permitimos al Espíritu Santo controlar todas las áreas de nuestra vida.
Nuestra fiel obediencia debía ser inmediata, permitiéndole a Dios Espíritu Santo, quitar todo mal hábito o todo proceso infeccioso en desarrollo. Es posible que nos tornemos impacientes cuando descubrimos que toma tanto tiempo llegar a ser como Dios, pero debiéramos ser pacientes y fieles, porque vale la pena. Igual nadie puede aspirar a la perfección total en esta vida.
El Espíritu Santo comenzará a ejecutar en nuestras vidas las profundas tareas planeadas por Dios, ¡Toda vez que tenemos dispuestos a decir “SI”, con toda la fidelidad, a su voluntad.
Las Sagradas Escrituras están llenas de historias de hombres como Abraham (Hechos 11:8-10), que fueron fieles en su caminar ante Dios. Todos los creyentes deberían estudiar integralmente el capitulo once de la Carta a los Hebreos pues menciona los nombres de hombres y mujeres a quienes Dios denomina fieles.
Resulta peligroso tentar a Dios, como lo hicieron hombres “infieles” en los días de Amós. A ellos declaró Dios: “He aquí vienen días… en los cuales enviaré hambre a la tierra, no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oír palabra de Jehová”.
Amós 8:11.

Más bien debiéramos prestar atención y hacer caso al consejo de Santiago: “Bienaventurado el varón que soporta la tentación, porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman”.
Santiago 1:12.
“Más el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siento oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace”.
Santiago 1:25.

Una y otra vez se no exhorta a ser fieles. Como ya vimos anteriormente, leemos en la Biblia sobre diversos juicios que sobrevendrán al final de esta era. Uno es el denominado “Tribunal de Cristo”.
Algún día todos los cristianos estaremos en la presencia de Jesucristo para rendir cuentas de las obras que hicimos desde el momento de nuestra conversión. Seremos juzgados, no sobre la base de nuestros éxitos a los ojos del mundo, sino sobre nuestro fidelidad en el sitio que nos asigno Dios.
Eso es lo que indica el Apóstol Pablo en 1Corintios 3:9-16: la fidelidad será la base sobre la cual Dios ejercerá su justicia.
A veces la mayor prueba de nuestra fidelidad es cuánto de nuestro tiempo dedicamos a leer las Sagradas Escrituras, orando y viviendo de acuerdo a los principios de la honradez y de la rectitud e integridad, cuando hemos sido bendecidos con prosperidad.
No por nada dijo Jesús que es difícil que un rico entre en el reino de Dios. Los ricos pueden ser salvados, pero la Biblia habla del “engaño de las riquezas” (Mateo 13:22).
Las cargas y ansiedades de este mundo interfieren en con nuestro fiel andar en los caminos de Dios. En medio de la prosperidad material debemos cuidarnos y precavernos no sea que caigamos en la misma trampa en que cayeron los laodicenses, que incurrieron en la ira y el disfavor de Dios al pensar que nada necesitaban pues eran materialmente ricos (Apocalipsis 3:17).
“Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron en fe, y y fueron traspasados de muchos dolores”
1Timoteo 6: 9, 10.
Si pudiéramos grabar un epitafio en la tumba del Apóstol Pablo, escribiríamos: “Fiel hasta la muerte”. Mientras esperaba la ejecución que pondría fin a su vida, Pablo pudo decir sin vacilación: “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día”.
2Timoteo 4: 7-9.
Cualesquiera que hayan sido los fracasos de Pablo y cuán lejos haya estado de alcanzar la perfección, sabia al menos que fue fiel a su Señor hasta el fin”.
Fe es fidelidad, fidelidad a nuestro testimonio, fidelidad a nuestra vocación y llamado y fidelidad a los mandamientos de Cristo. La recompensa final por la fidelidad será la que nos dice Apocalipsis 2:10: “Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida”.