El Espíritu Santo - Leccion 7





A veces enfocamos el fruto del Espíritu como algo principalmente emocional, subjetivo y más bien individualista.




Por cierto, el fruto abarca un aspecto personal en especial por la relación del mismo creyente con Dios por medio de la unión y comunión con Jesucristo (ver, por ejemplo, Juan 13__17; Romanos 6__8) facilitada por el ministerio del Espíritu Santo. Pero el fruto del Espíritu Santo también saca a relucir actitudes y acciones de nuestras relaciones con otros. El fruto tal vez colectivamente representa facetas del carácter del Señor Jesucristo. Así, cuando expresamos estas cualidades demostramos conformidad a Él por nuestra obediencia en el poder y la capacitación provista por el Espíritu Santo. Sin duda estas son cualidades que podemos encontrar a cierto nivel en personas no creyentes a causa de que somos creados como imagen de Dios a pesar de nuestro pecado. Sin embargo, las expresiones de disposición, acción y carácter aquí enumeradas provienen del Espíritu Santo y poseen la santa calidad espiritual que ningún ser humano pecaminoso puede tener sin que Él la provea.


Hay varias diferencias o contrastes entre los dones del Espíritu y su fruto, aunque por cierto comparten ciertos aspectos ya que ambos provienen de Él.
Una de las comparaciones inmediatas concierne a su número o cantidad: El apóstol Pablo enumera nueve cualidades como fruto del Espíritu (ver Gálatas 5:22-23ª), mientras que describe varios dones y/o personas dotadas (ver Romanos 12: 3-8; 1Corintios 12: 4-31; Efesios 4: 7-16; 1Pedro 4: 7-11).
En conexión con el número de dones y frutos, cada creyente recibe por lo menos un don que debe usar para la edificación de la iglesia, pero todos los que han creído en Jesús para vida eterna son responsables para expresar el “fruto completo” del Espíritu.
Interesantemente, la enseñanza acerca del fruto del Espíritu aparece en “contraste” con comportamientos que surgen de la carne.
Por otra parte, los dones se enfocan como “complemento” con aquellos que el Espíritu ha dado a otros (para que cada persona obrando en armonía con las otras sirva para provecho de la iglesia entera); asimismo, se instruye acerca del propio uso de los mismos (cosa que no sale a relucir con el fruto ya que este representa cualidades de carácter y no habilidades espirituales).
Además, es posible que los dones estén dirigidos hacia la iglesia en particular, mientras que el fruto puede ser disfrutado por todas las personas (aunque las cualidades enumeradas sin duda serán experimentadas por y para beneficio de otros creyentes en el cuerpo).
En resumen, el fruto refleja el carácter del Señor Jesucristo expresado por nuestra propia personalidad por medio del ministerio del Espíritu Santo quien mora en cada creyente.
Los dones son habilidades provistas para la edificación y el bienestar del cuerpo de Cristo. Ambos son compatibles con la madurez en Cristo, requieren el poder del Espíritu Santo para ser eficaces y son para la gloria de Dios.

El apóstol Pablo enumera 9 expresiones del carácter otorgado por el Espíritu Santo que vive en nosotros (si hemos creído en Jesús como Salvador):
Amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza. (Ver Gálatas 5: 22-23).
Este fruto aparece en el contexto más amplio de la Carta a los Gálatas, creyentes gentiles en peligro de regresar a la Ley como método de santificación. El apóstol les afirma que habían comenzado bien (con la justificación por gracia) y habían experimentado las bendiciones provistas por el Espíritu Santo:
“¡Oh gálatas insensatos! ¿Quién os fascinó para no obedecer la verdad, a vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre vosotros como crucificado? Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe? ¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne?... Aquel, pues, que os suministra el Espíritu, y hace maravillas entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la ley, o por el oír con fe?”.
Gálatas 3: 1-3,5.

No obstante, estaban en peligro de colocarse bajo un sistema que en lugar de promover santidad mostraba las flaquezas de la carne “Decidme, los que queréis estar bajo la ley: ¿no habéis oído la ley?”.
Gálatas 4:21.

“Vosotros corríais bien: ¿Quién os estorbó para no obedecer la verdad? Esta persuasión no procede de Aquel que os llama”.
Gálatas 5: 7-8.

En su Epístola a los Romanos Pablo explica que el problema no se refería a la Ley en sí, pues “a la verdad es santa” (Romanos 7:12b), sino a la misma debilidad de la carne. El creyente vive bajo la gracia (Romanos 6), unido a un nuevo Esposo, el Señor Jesucristo (Romanos 8). Así, el fruto del Espíritu representa la disposición, acciones y comportamiento del creyente bajo la gracia que vive en el poder del Espíritu Santo. Donde el cristiano carece de estas cualidades enumeradas, hay evidencia de que está viviendo bajo el antiguo sistema (imposible de guardar) y no en la libertad del nuevo sistema.

Pablo escribió:
“Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud”.
Gálatas 5:1.

“Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis. Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley”.
“Pues nosotros por el Espíritu aguardamos por fe la esperanza de la justicia; porque en Cristo Jesús no la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión, sino la fe que obra por el amor”.
Gálatas 5:5-6
De manera que el fruto del Espíritu proviene de vivir bajo la gracia en el poder del Espíritu como aquellos que están bajo el Nuevo Pacto (véase 2Corintios 3:4-18).
En este texto Billy Graham divide el fruto en tres grupos o “ramilletes” para propósitos didácticos. Aunque es difícil saber si hay alguna jerarquía intencionada, el amor sin duda califica como la cualidad suprema:
“…pero el mayor de ellos es el amor” (1Corintios 13:13b)
Además, mientras que el texto divide el fruto en dichos grupos de tres cualidades cada uno, en realidad estas se comprenden mejor en relación unas con otras. Esto se entiende a la luz de la situación en Gálatas en la cual los hermanos aparentemente experimentaban fricción a causa del énfasis legalista de algunos de ellos:
“Porque toda ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Pero si os mordéis y os coméis unos a otros, mirad que también no os consumáis unos a otros”.
Gálatas 5: 14-15

“No nos hagamos vanagloriosos, irritándonos unos a otros, envidiándonos unos a otros”.
Gálatas 5:26.

“Porque ni aun los mismos que se circuncidan guardan la ley; pero quieren que vosotros os circuncidéis, para gloriarse de vuestra carne”.
Gálatas 6:13.

Billy Graham trata juntas estas tres expresiones del fruto: El amor, el gozo y la paz.
El amor necesita un objeto ya sea Dios u otros para cobrar sentido. El Señor Jesucristo nos dejó su mandamiento y patrón acerca del amor:
“Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que os améis unos a otros”
Juan 13:34.

Al igual el gozo puede resultar ya sea de las buenas acciones de otros hacia nosotros (y nuestro reconocimiento de las mismas), también se puede compartir con otros:
“Gozaos con los que gozan”.
Romanos 12: 15ª.

Podemos igualmente ser nosotros la causa de gozo en otros y podemos gozarnos al ver el progreso espiritual en los hermanos y lo que Dios ha hecho en sus vidas. El reconocer la obra del Señor en nuestro medio ambiente, en la madurez, progreso espiritual y bendiciones recibidas por otros del Señor (en lugar de envidias y sospechas de otros) pueden representar manifestaciones de dicho fruto.
Además, puede significar el gozo personal que sentimos al reconocer las bendiciones de la gracia y el amor de Dios en nuestras vidas y responder con obediencia al Señor (Véase Juan 15:11)

Por fin, la paz puede experimentarse en un ambiente de gracia en contraste con uno legalista en el cual la comparación y el “gloriarse” en adquirir adherentes al legalismo erróneo causa divisiones y falta de paz.
El sistema legalista trae conflictos porque deja afuera el Espíritu Santo, quien facilita el amor y todas las cualidades que promueven la Paz. Por cierto, todas estas cualidades pueden sentirse personal e individualmente pero siempre son producto del trabajo de Dios en nuestras vidas por medio de su Santo Espíritu (ya sea directamente de Él o por medio del ministerio de otros que Él ha capacitado).
¿Cómo estamos en las áreas del amor, gozo y la paz?