Lucas usa los conceptos de ser “lleno de” y “llenos del Espíritu” en maneras relacionadas pero distintas. La primera frase tiene que ver con la capacitación otorgada por el Espíritu Santo en ocasiones y con el propósito (en Lucas y Hechos) de la proclamación verbal autoritaria facilitada por Él. La segunda frase “llenos de” tiene que ver con el carácter santo de personas que viven en obediencia al Señor en el poder del Espíritu Santo.
Se usa para describir a una persona espiritual, caracterizada por el santo carácter del Señor Jesucristo. El texto original utiliza palabras diferentes (aunque relacionadas) y una comparación de versículos y contextos demuestra la diferencia:
“Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo”
Hechos 6:3.
Comparado con:
“Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios”.
Hechos 4:31.
“… aconteció que cuando oyó Elisabet la salutación de María, la criatura saltó en su vientre; y Elisabet fue llena del Espíritu Santo, y exclamó a gran vos, y dijo: Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre”
Lucas 1:41-42.
De manera que una frase representa la acción soberana y ocasional del Espíritu Santo que capacita para la proclamación y otra la característica de aquellos que habitualmente obedecen al Señor en el poder provisto por el mismo Espíritu Santo.
Hoy en día existen más medios para evangelizar de los que pudo haber existido en la antigüedad. Hoy en día, el internet, la infraestructura en vías y aérea, todo hace que sea más fácil llegar a lugares remotos que en la época de los apóstoles hubiera sido casi imposible. Pero aunque estamos mejor preparados, nos falta la plenitud del Espíritu con su verdadera dependencia en el poder de Dios para su ministerio.
Las Escrituras aclaran que no podemos por nosotros mismos, producir espiritualidad, sino que Dios mismo nos da poder para obedecer y ser fructíferos en nuestras vidas y servicio.
No obstante somos nosotros quienes obedecemos. El Señor Jesucristo enseñó:
“Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mi, y yo en él, este lleva mucho fruto; porque separados de mi nada podéis hacer”.
Juan 15:5.
“Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado”.
Juan 15:12
“Si me amáis, guardad mis mandamientos”
Juan 14:15.
En estos textos vemos que no podemos hacer nada separados de Él, pero a la vez esto no enseña que ¡no debemos hacer nada!
El apóstol Pedro nos instruye:
“vosotros también, poniendo toda la diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo”.
2Pedro 1: 5-7
A esto podemos agregar las palabras de Pablo:
“…así como para iniquidad presentasteis vuestros miembros para servir a la inmundicia y a la iniquidad, asi ahora para santificación presentad vuestros miembros para servir la justicia”.
Romanos 6:19.
De manera que Dios produce la vida espiritual en nosotros a la vez que nosotros lo amamos obedeciéndolo en el poder que Él nos da por medio del Espíritu Santo.
A veces en nuestras iglesias tratamos de crear la espiritualidad por medios artificiales o por el mero emocionalismo. Otras veces, queriendo tener una vida cristiana de mejor calidad y una adoración genuinamente espiritual, las iglesias enfocan el Espíritu Santo en maneras que no concuerdan con las Escrituras. “El Espíritu Santo ha venido para que podamos glorificar a Cristo. El propósito del llenado es que quienes lo sean puedan glorificar a Cristo. Para esto vino el Espíritu Santo”
“Sospechamos un poco de la gente que pasa la vida hablando del Espíritu Santo como si fuese un fetiche: El Espíritu Santo…esto, El Espíritu Santo… aquello”.
Billy Graham.
El Espíritu Santo no vino para glorificarse a sí mismo; vino para glorificar a Cristo”.
Esto queda claro cuando escuchamos las palabras del Señor Jesucristo:
“Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, el dará testimonio acerca de mi”.
Juan 15:26.
“Él me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber”.
Juan 16:14.
Las Escrituras especifican varias maneras en las cuales las personas pecan en contra del Espíritu Santo:
· Blasfemar, parece representar el rechazo continuo, final y fatal de un no creyente hacia el testimonio acerca de la persona de Jesús ofrecido por el Espíritu Santo. No hay testimonio de algún creyente que haya cometido esto, en la Biblia.
· Resistir, característica de la nación escogida, a través de su historia.
· Contristar, Evidencia de la personalidad del Espíritu Santo y descripción de su reacción a nuestro pecado. Ocurre en el contexto de instrucciones acerca de hablar del creyente y su comportamiento (el enojo, la amargura y otras disposiciones y acciones pecaminosas que deben ser remplazadas con acciones positivas y amorosas.
· Apagar, Esto tal vez era una acción colectiva de no prestar atención a la proclamación profética en la iglesia primitiva, o quizás una resistencia general a los propósitos del Espíritu como expresados en las Escrituras en nuestros días.
· Insultar, pecado cometido en el contexto de abandonar la fe a pesar de la gracia que Dios nos ha demostrado.
Las varias manifestaciones de pecado en contra del Espíritu Santo indican que Él es una Persona que está al tanto de nuestras acciones y desea que obedezcamos con el poder que Él mismo provee y de acuerdo con las instrucciones que nos ha dejado en las Escrituras.